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Feliz cumple, Maestro

Siendo la Navidad, antes que nada, un cumpleaños; y existiendo en este blog la sección «Feliz cumple, maestro», comparto con ustedes, a modo de saludo, la siguiente

Carta de lectores

Sr director:
Me dirijo a Ud a fin de comunicarle mi inquietud por algunas publicidades que he visto en este prestigioso medio. Allí parece promocionarse, para fines de diciembre, una fiesta que incluye:

  • Copos de nieve (al menos acá en mi barrio, hace bastante calor).
  • Papá Noel.
  • Cuetes.
  • Compras compulsivas, con shoppings abiertos hasta la madrugada.
  • Saludos vacíos, como «Felices Fiestas», «Felicidades», por no hablar de los detestables «Sale», «OFF», o «Seasons Greetings».
  • Cenar a las apuradas con los parientes, para luego «salir».
  • Alegrías fingidas y depresiones.
  • Y un largo etcétera.

Créame, Sr Director, que no tengo nada contra esta fiesta. Es más, no puedo opinar acerca de ella, porque la noche del 24 de diciembre suelo estar ocupado, festejando Navidad.

Es una larga historia. Resulta que hace un par de milenios nació un Pibe en un establo. Esa noticia, aparentemente insignificante, resultó ser, para muchos de nosotros, Buena Noticia. Un changuito llorando, Niño y Dios, Pobre y Dios, Marginado y Dios. De ese Pibe escuchamos que el Reino está cerca, es decir que es posible un mundo distinto, donde la Paz y la Justicia sean para todos. Y por eso, en esta noche de Dios con Nosotros, nuestra alegría es invencible.
Con mi familia y mis amigos expresamos esa alegría de un modo particular, al que inevitablemente asocio algunas imágenes:

  • Mi esposa y yo armando juntos el pesebre.
  • Las cartas que llegan desde lejos, escritas a mano y con deseos cariñosos. Nada de papelería comercial.
  • Los llamados telefónicos con voces entrecortadas por la emoción.
  • Mi tíos o mis viejos, que limpian y adornan sus casas para recibirnos.
  • Mi abuela, que con sus 80 años pasa más tiempo de pie que sentada, porque tiene que servir. (A nadie le sorprende, siempre fue así).
  • Compartir la mesa con los que queremos.
  • El recuerdo, grato y doloroso, de los que ya no están.
  • El abrazo sincero con los que queremos.
  • La guitarreada de trasnoche con mis primos y hermanos.
  • Los vecinos y los amigos, que llegan a saludar más tarde, y casi siempre se quedan.
  • En una palabra, la alegría compartida (nadie finge estar contento: es de verdad).

Como Ud. verá, nada del otro mundo. Pero para nosotros es demasiado importante. Comprenderá Ud. ahora, Sr. Director, por qué no puedo sumarme al festejo promovido desde este prestigioso medio de prensa.
Humildemente, le solicito tenga a bien proponerle a los mercaderes que anuncian en su empresa, que elijan otra fecha para la fiesta que promocionan. Avíseles, por favor, que el 25 de diciembre ya estaba reservado desde hace miles de años. Es cuestión de organizarse, para una mejor convivencia.
Sin otro particular, lo saludo atentamente.

Mi Pesebre

¡Feliz Navidad para todos!

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